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jueves, 13 de mayo de 2010

El*Buscador

Esta es la historia de un hombre que yo definiría como un buscador ... Un buscador es alguien que busca, nonecesariamente alguien que encuentra.
Tampoco es alguien que, necesariamente, sabe qué es lo queestá buscando. Es simplemente alguien para quien su vida es una búsqueda.
Un día, el buscador sintió que debería ir a la ciudad de Kammir. El había aprendido a hacer caso riguroso a esassensaciones que venían de un lugar desconocido de sí mismo,de modo que dejó todo y partió.
Después de dos días de marcha por los polvorientos caminosdivisó a lo lejos la ciudad de Kammir. Un poco antes de llegaral pueblo, una colina a la derecha del sendero le llamó muchola atención. Estaba tapizada de un verde maravilloso y habíaun montón de árboles, pájaros y flores bellas. La rodeabapor completo una especie de valla de madera lustrada ... Unaportezuela de bronce lo invitaba a entrar.
De pronto sintió que olvidaba el pueblo y sucumbió ante latentación de descansar por un momento en ese lugar. Elbuscador traspasó el portal y caminó lentamente entre laspiedras blancas que estaban distribuidas como al azar,entre los árboles. Dejó que sus ojos se posaran como mariposasen cada detalle de este paraíso multicolor. Sus ojos eranlos de un buscador, y quizá por eso descubrió sobre una delas piedras, aquella inscripción:
"Aquí yace Abdul Tareg. Vivió 8 años, 6 meses, 2 semanas y 3 días."
Se sobrecogió un poco al darse cuenta que esa piedra no erasimplemente una piedra, era una lapida. Sintió pena al pensarque un niño de tan corta edad estuviera enterrado en ese lugar.Mirando a su alrededor el hombre se dio cuenta que la piedrade al lado tenía también una inscripción. Se acercó a leerla;decía:
"Aquí yace Yamir Kalib. Vivió 5 años, 8 meses y 3 semanas."
El buscador se sintió terriblemente abatido. Ese hermosolugar era un cementerio y cada piedra, una tumba. Una poruna leyó las lapidas. Todas tenían inscripciones similares:un nombre y el tiempo de vida exacto del muerto.
Pero lo que más lo conecto con el espanto fue comprobarque el que más tiempo había vivido sobrepasaba apenaslos 11 años. Embargado por un dolor terrible se sentó yse puso a llorar. El cuidador del cementerio, que pasabapor ahí, se acercó. Lo miró llorar por un rato en silencioy luego le preguntó si lloraba por algún familiar.
"No, ningún familiar" dijo el buscador. ¿Qué pasa coneste pueblo? ¿Qué cosa terrible hay en esta ciudad?¿Porqué tantos niños muertos enterrados en este lugar...?¿Cuál es la horrible maldición que pesa sobre esta genteque los ha obligado a construir un cementerio de niños...?"
El anciano respondió:
"Puede usted serenarse. No hay tal maldición. Lo quesucede es que aquí tenemos una vieja costumbre. Le contaré ...Cuando un joven cumple quince años sus padres le regalan unalibreta como ésta que tengo aquí colgando del cuello. Y estradición entre nosotros que a partir de ese momento, cada vez que uno disfruta intensamente de algo, abra la libreta y anoteen ella, a la izquierda, que fue lo disfrutado y a la derecha,cuanto tiempo duro el gozo."Conoció a su novia, y se enamoro de ella. ¿Cuánto tiempoduro esa pasión enorme y el placer de conocerla? ¿una semana..? ¿dos.? ¿tressemanas y media...? Y después, la emoción delprimer beso, la fiesta de bodas, ¿cuánto duró la alegría del matrimonio?¿dos días...? ¿una semana..? ¿Y el casamientode sus amigos...? Y el viaje mas deseado...? ¿Y el encuentrocon quien vuelve de un país lejano..? ¿Cuánto tiempo duro eldisfrutar de esas sensaciones...? ¿Horas..? ¿días...?
Así, vamos anotando en la libreta cada momento que disfrutamos.Cuando alguien muere es nuestra costumbre abrir su libreta y sumar el tiempo anotado, para escribirlo sobre su tumba, porque es, amigo caminante, el único y verdadero tiempo VIVIDO."





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